santuario




Jesús en el Santuario

Jesus en el Santuario

Dios ordenó construir el Santuario del desierto para dar a su pueblo una lección objetiva de las verdades espirituales y eternas. El Yo “habitaré en medio de ellos” de Éxodo 25:8 contiene el vocablo “habitar”, que ha sido traducido de la palabra hebrea shakan, la cual, aunque se traduce “habitar”, “morar”, tiene una connotación aún más profunda, ya que nos comunica la idea de que ese “habitar” es el de un vecino, alguien que quiere estar cerca y gozar de nuestra amistad.

El Santuario del desierto fue el recinto sagrado donde Dios moraba en medio de su pueblo, pero obviamente esto es un símbolo de una verdad superior: antes que en templos materiales hechos por el hombre (Hech. 17:24), Dios quiere morar en el templo del alma humana (1 Cor. 3:16,
17) para llenarla con la gloria del Espíritu Santo, quien es el representante personal del Señor Jesucristo, porque es “Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” (Col 1:27).

“Ningún edificio terrenal podría representar la grandeza y la gloria del templo celestial, la morada del Rey de reyes. . . Sin embargo, las verdades importantes acerca del santuario celestial y de la gran obra que allí se efectúa a favor de la redención del hombre debían enseñarse mediante el santuario terrenal y sus servicios” (PP 371).

santuario02

El Santuario fue construido en base a un esquema que contempla tres secciones claramente discernibles: el Atrio, el Lugar Santo (qódesh) y el Lugar Santísimo (qódesh qodashim).


¿Qué había en cada parte?

    1. En el Atrio se ubicaban 2 muebles: el altar de los holocaustos y el lavacro.
    2. En el Lugar Santo había 3 muebles: la mesa de los panes de la proposición, el altar
      del incienso y el candelero.
    3. En el Lugar Santísimo sólo había un mueble: el Arca de la alianza.
altar de los holocaustos

¿Qué representaba cada mueble?

1- Altar de los holocaustos.

Se lo llama “altar” (Éxo. 28:43; 29:12, 44; 30:20). La palabra hebrea usada aquí (mizhéaj) significa “lugar de sacrificio”. También se lo denomina “altar de los holocaustos” (Éxo. 30:28; 31:9; 35:16; 38:1; 40:6, 10, 29). El vocablo “holocausto” no expresa en nuestro idioma toda la riqueza de contenido que tiene en el hebreo. Proviene del original ‘olah, que significa “lo que asciende”, y puede comunicar la idea de entrega total y sin reservas en “olor suave” a Dios, quien a su vez acepta la ofrenda de consagración enviando el “fuego divino” para consumirla (Lev. 9:24).

La madera y el bronce fueron los materiales usados para construir el altar (Éxo. 27:1-8; 38:1-7), y sus medidas eran: cinco codos de largo por cinco de ancho y tres de alto (el codo medía aproximadamente medio metro).

En el altar uno ve la bondad y la severidad de Dios: bondad hacia nosotros los pecadores, y severidad hacia la víctima vicaria que lleva nuestros pecados (Rom. 11:22). La posición del altar como primer mueble del atrio sugiere que no hay acceso a Dios a no ser por medio de un sacrificio. El altar anticipa simbólicamente el mensaje evangélico de que Jesús es “el Camino, y la Verdad, y la Vida”, y que “nadie viene al Padre” sino por Él (Juan 14:6).

lavacro01

2- El Lavacro.

No tenemos información bíblica en cuanto al tamaño y a la forma del lavacro, pero sabemos que se lo construyó usando los espejos de bronce de “las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo” (Éxo. 38:8). El bronce pareciera representar la firmeza, la solidez y la incorruptibilidad de los mandatos de Dios. A medida que el creyente ve reflejadas las deformidades de su carácter en el espejo de Dios- el cual corresponde a su Palabra y sus mandamientos (Sant. 1:23-25), el poder divino penetra en su vida y, avivando su conciencia, lo conduce a los pies de la cruz, donde nuestro Señor nos transforma “por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo” (Tito 3:5).

El sacerdote de la antigua dispensación podía allegarse a Dios por el agua y por la sangre. En el altar de los holocaustos la sangre habla de la justicia de Dios, y de la justificación que se le imputa vicariamente al creyente. En el lavacro del agua se indica el paso siguiente, el de la santificación. Mediante estos dos símbolos se expresa claramente que Cristo nos es hecho por Dios “justificación, santificación y redención” (1 Cor. 1:30). Jesús vino con el fin de ser la fuente de pureza para el hombre. Por medio de Cristo, el pecador llega a formar parte del pueblo de Dios. Y ello es posible porque el Salvador vino “mediante agua y sangre” (1 Juan 5:6).

mesa de los panes

3- La Mesa de los Panes.

Fue construida de madera de acacia y recubierta totalmente de oro. Medía dos codos de largo por uno de ancho y uno y medio de alto. Según las indicaciones bíblicas, la mesa tenía una doble corona (cornisa) de oro que la rodeaba en todo su contorno. La simbología nos autoriza a suponer que esta doble corona señala a Jesús quien, como “Rey y Sacerdote” (Heb. 7), fue “coronado de gloria y de honra” (Heb. 2:9). Por otro lado, la madera de acacia simboliza la humanidad de nuestro Señor, y el oro, su divinidad.

En esta mesa especial se colocaban doce panes en dos pilas, y sobre cada pila se ponía incienso (Lev. 24:7). Esto representa el alimento espiritual que Cristo nos da, el cual se renueva contantemente, así como los panes de la mesa del Santuario se renovaban cada semana.

El “pan sagrado” es un “pan continuo” o “perpetuo” (Núm. 4:7), renovado cada sábado sin interrupción. El que se lo renovara cada sábado establece una relación íntima entre el descanso espiritual (Gén. 2:1-3) y el gozo de la presencia de Cristo en nosotros, que hace del tiempo sabático un anticipo de la eternidad.

altar de incienso

4- El Altar del Incienso.

El Santuario del desierto tenía dos altares: el de los holocaustos y el altar del incienso. Este último fue colocado en el Lugar Santo, frente al velo que separaba el Lugar Santo del Santísimo (Éxo. 40:26). Fue construido con madera de acacia y se lo recubrió totalmente de oro.

El altar del incienso medía dos codos de alto, y su cubierta cuadrada tenía un codo de lado.

Lo remataba una corona de oro y en cada esquina tenía un cuerno (Éxo. 37:2527). Sobre los cuernos se untaba la sangre de la expiación cuando el Sacerdote o la congregación pecaban y también en el Día de la Expiación (Levítico 4:7, 18; 16:18). El incienso que el Sacerdote colocaba sobre las brasas participaba de ciertas características especiales (Éxo. 30:34-38), y debía ofrecérselo dos veces al día, continuamente (Éxo. 30:7-8), en ceremonias estipuladas.

La quema del incienso era la tarea más sagrada de todas las que podía realizar el sacerdote. Le daba la oportunidad de llegar hasta el velo, detrás del cual se escondía el arca del pacto. En tiempo de Zacarías se interpretaba como un favor superlativo de parte de Dios el que un Sacerdote pudiese oficiar en la quema del incienso; no se concebía que lo hiciera por segunda vez. La quema del incienso coincidía con el momento en que el pueblo elevaba sus plegarias. David decía: “Suba mi oración delante de ti como el incienso” (Sal. 141:2), y su pensamiento coincide con el registrado en Apocalipsis: “Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos” (Apoc. 8:4).

El altar de los holocaustos y sus sacrificios nos comunican una verdad fundamental: en Cristo hay reconciliación perpetua, mientras que el altar del incienso, donde se ofrece el perfume santo, enseña que Cristo intercede en forma perpetua. El altar del incienso representa a Cristo como el medio eficaz a través del cual elevamos a Dios nuestra alabanza. Por lo tanto, los dos altares deben ser estudiados y comprendidos como la expresión multifacética de una verdad esencial: el sacrificio es la antesala de la alabanza (Heb. 13:13-15).

candelabro

5- El Candelabro (heb. Menorah).

La Escritura no da las medidas (Éxo. 25:31-40), pero sí informa que se le entregó a Bezaleel un talento de oro y se le indicó que hiciera un candelabro usando fuego y martillo en su construcción. El artefacto resultó ser el más elaborado y bello de todo su mobiliario.

El candelabro, construido de oro puro, tenía base y tallo, y de este último salían simétricamente tres brazos de cada lado, los que, sumados al del centro, completaban el número siete de la perfección. Cada brazo de por sí constaba de tres cálices a modo de flor de almendro, con sus globos y lirios. Los siete brazos remataban en siete lámparas, que debían permanecer encendidas día y noche (Éxo. 25:31-40; 27:20; 37:17-24; Lev. 24:2, 3).

Además de su cualidad estética para el embellecimiento del Lugar Santo, la lámpara estaba allí esencialmente para alumbrar. La luz se proyectaba en tres direcciones:
• Alumbraba “delante del Señor” (Éxo. 40:25), y en ese marco era el símbolo de la presencia permanente de Dios en medio de su pueblo (Apoc. 4:5).
Debía iluminar de continuo, pues de haberse apagado habría comunicado un mensaje de juicio y muerte (1 Sam. 3:3).
• Alumbraba hacia “la mesa” (Éxo. 26:35), realzando el pan como símbolo del alimento espiritual que Dios da a su pueblo. El hambre del alma se satisface cuando nos dejamos guiar por la luz del Espíritu Santo. “Nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo” (1 Cor. 12:3).
• En tercer lugar, la lámpara alumbraba “hacia delante del candelero” (Núm. 8:2; Éxo. 25:37). La luz y el testimonio van unidos. La luz aquí es un símbolo de la iluminación del Espíritu Santo por medio del cual el templo del alma humana queda iluminado para la gloria de Dios.

arca de la alianza 02

6- El Arca de la Alianza.

El Lugar Santísimo, donde estaba el Arca, quedaba separado del Lugar Santo mediante un cortinado llamado “el velo” (Heb. 9:3). Este velo tenía diez codos de altura, y el material usado era lino torcido, azul, púrpura y carmesí. Tenía adornos de querubines bordados y estaba suspendido de corchetes
de oro. Los cuatro pilares o columnas que sostenían la estructura del cortinado eran de madera de acacia y estaban revestidos de oro, y las basas eran de plata (Éx. 26:31-33).

Según el registro bíblico, el Arca del Pacto era el único mueble que había dentro del Lugar Santísimo. Estaba construido de madera de acacia y recubierto de oro por dentro y por fuera. Medía dos codos y medio de largo por uno y medio de ancho. La cubierta o tapa llamada el propiciatorio, era de oro puro y tenía encima dos querubines, los cuales formaban con el propiciatorio una sola piez.

El propiciatorio estaba rodeado de una cornisa también de oro. Los querubines estaban ubicados, uno en un extremo, y el otro en el otro extremo.
“De una pieza con el propiciatorio harás los querubines en sus dos extremos. Y los querubines extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas el propiciatorio; sus rostros el uno enfrente del otro, mirando al propiciatorio los rostros de los querubines” (Éx. 25:18-20).

El Arca fue el receptáculo de las tablas de la Ley (Deut. 9:9, 11, 15; 10:5), la que a su vez eran testigos del pacto que Dios había concertado con su pueblo. Otros dos elementos que se colocaron dentro del Arca fueron la vara de Aarón que reverdeció y una urna con maná (Heb. 9:4; Éx. 16:33). A un lado del Arca se encontraba el rollo que contenía las leyes ceremoniales (Deut. 31:25, 26).

Este mueble sagrado era símbolo del trono de Dios (1 Sam. 4:3-7), el lugar privilegiado donde Dios escogió manifestar su presencia perpetua en medio de su pueblo (Éx. 25:21, 22).

La palabra hebrea kappóreth, que lleva implícita la idea de “cubrir”, se tradujo como hilasterion en la versión griega de los LXX, como propitiatorium en la Vulgata latina, y como “propiciatorio” en nuestro idioma.

En el Nuevo Testamento Jesús pasa a ocupar el lugar del templo (Juan 2:19-22) y del Arca, porque Él en sí es el único lugar en la tierra donde Dios está presente en su plenitud (Col. 2:9) y, consecuentemente, llega a ser el instrumento de la Omnipotencia para redimir al mundo (2 Cor. 5:19). Jesús es el único hilasterion (Juan 3:16), la única propiciación u ofrenda expiatoria (Rom. 3:25) del pacto eterno, ya que en Cristo se ha hecho la aspersión única que quita los pecados del mundo (Heb. 9:12, 22-28).

estructura del tabernaculo
ASD Logo no sombra - Mensaje de los 3 Angeles
"Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones."
Isa 2:2 RVR1960

WEB & SEO: 1Energy1 IncTodos los derechos reservados.